El chamanismo entronca con la más profunda raíz del ser humano. Desde la noche de los tiempos ese sexto sentido que los "civilizados" hemos perdido casi por completo, ha sido objeto de veneración singular en una y otra parte del planeta.
La tradición de la muerte simbólica del chamán, para renacer a otro estado superior en el que les posible operar prodigios (no sin riesgos) con el más allá (otra dimensión???), encuentra ecos inequívocos en otras creencias como reencarnación, resurrección, etc..
Cuando un chamán cura, no lo hace el. Lo hacen las fuerzas que maneja y que utilizan su figura a modo de "amplificador". Superstición?? En todo caso no mayor que cualquiera de las religiones que basan su Fe en creencias intangibles. El "milagro chamánico", no es más que la habilidad de traspasar estados de consciencia voluntaria o involuntariamente y obtener unos dones que poner al servicio de la comunidad.
Cuenta un relato chamánico, que un miembro de la tribu INUIT (esquimales del ártico), pidió que le ataran a un poste y volviesen a por el transcurridos tres días (nótese la semejanza inevitable con el rito de la resurrección cristiana).
Su madre, desoyendo la petición del jóven volvió a las pocas horas hallando que el cuerpo de su hijo estaba frío, sin rastro de vida. Volvió aterrorizada al poblado y presa de sollozos relató lo acontecido. El más anciano se acercó a ella y consolando a la mujer, tuvo a bien explicarle el porqué de todo aquello.
El chamán de la tribu, les había abandonado semanas atrás. Decidió que la hora de "partir" al otro mundo había llegado y que su sucesor que ya presentaba los sintomas sagrados (repentinos estados de trance, desmayos imprevisto y sueños profundos que podían durar días, fiebres altas y repentinas, visiones aterradoras)era aquel joven, que "muerto" yacía atado al poste.
El anciano, tranquilizó a la desgarrada madre insitiendo en que no había muerto como tal.
Se trataba de morir, para renacer en la perfección del chamán, el nuevo guía que la tribu necesitaba para garantizar su existencia.
Según la tradición, debería abandonar este mundo, para pasar un periodo en otro. Asistiría a la aterradora experiencia de su desmembramiento. Unos seres lo despedazarían siendo plenamente consciente de ello. Mezclarían sus pedazos en un gran caldero con agua y de allí saldría, totalmente recompuesto y listo para servir de puente entre su gente y el otro mundo, si sobrevivía a esta experiencia.
Cuando volvieron al tercer día, el joven había vuelto en sí. Había resistido gélidas temperaturas, no había sido atacado por los depredadores y desde su mirada hasta su porte, todo había cambiado en el.
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