
Pero hay aspectos en el mismo que hacen pensar que se trata de un ingenio terrestre. Esa quietud y esas... digamos que ganas de ser observado, parece que obedecen más a un deseo de no pasar indavertido que otra cosa.
Dese luego, es una afirmación personal y lo que no se puede negar es la espectacularidad del avistamiento.


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